ÉTICA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN

 

Cada vez que la moral o la ética son tema de debate, la influencia que los medios masivos de comunicación ejercen en esos ámbitos aparece a menudo en tela de juicio. La notable preponderancia que los medios de comunicación, en especial la TV, tienen en las sociedades modernas, ha valido como motivo suficiente para que incluso desde los sectores más dispares se coincidiera en señalar a los medios como el principal causante del problema en cuestión.

Pero ¿hasta qué punto los medios faltan a la moral pública y a la ética?, ¿y cuáles serían las soluciones en esas situaciones?

 

La independencia de los medios es un mito, existiendo diferentes grados de independencia, pero estando la libertad de acción de los reporteros y editores restringida ante presiones de los propietarios, compañeros, valores sociales y costumbres.

Todo medio tiene su propietario y, por tanto, no es exagerado decir que son los instrumentos a través de los cuales el poder económico o político monologa con la sociedad y la configura. La uniformidad de los contenidos de los medios de comunicación no es casual, sino que está propiciada por esa homogeneidad en el poder de los mismos. Esto ocurre tanto con los medios de comunicación públicos, como con los privados.

Los medios siempre han colaborado eficazmente con el poder político. De hecho la opinión pública descansa hoy sobre los medios, ya que son ellos los que forjan, los que forman los valores y los posicionamientos de los ciudadanos a través de la insistencia informativa, porque en nuestra sociedad la repetición acaba siendo sinónimo de demostración.

Es posible que se diga que los medios de comunicación están en defensa de la democracia, pues se ocupan de destapar escándalos políticos y financieros pero siempre estará condicionado por el poder de quienes lo transmiten.

En una época en la que hacer dinero de forma rápida y fácil parece ser la máxima que obsesiona a la mayoría (no por nada es en esta época cuando la especulación y el poder financiero han alcanzado mayor auge y legitimidad), los medios no escapan a esta realidad. El caso más paradigmático es, claro, el de la televisión, un medio que alguna vez supo tener como funciones el informar, formar y entretener; a nadie escapa que en los últimos años la de entretener (se podría decir que a toda costa) ha relegado a las otras dos.

Esto se advierte con claridad en los informativos televisivos, cada vez más orientados a la crónica rosa, las noticias curiosas, la publicidad encubierta y la manipulación en la información de verdad relevante para la vida de los ciudadanos.

La TV es hoy más que nunca un medio donde lo estelar (por espacio dedicado y por audiencias) está encarnado por reality shows, talk shows, programas dedicados a la crónica rosa y a la policial, y los deportes. Entre medio, algunos espacios quedan para los programas cuya tarea es la de informar.

 

Un comunicador puede encontrarse ante una disyuntiva:

a) Respetar su compromiso con la verdad independientemente de las consecuencias, y

b) Ocultar la verdad por las consecuencias personales o sociales que puede tener su difusión.

 

¿Qué resulta más conveniente al público que recurre a los medios sean impresos o electrónicos– para informarse de qué ocurre cada día?

Se van a encontrar tantas actitudes y puntos de vista como personajes involucrados en el tema, ya que cada uno de ellos interpreta su comportamiento de acuerdo con el conjunto de principios y valores que rigen su desarrollo personal.

 

Algunas faltas a la ética: Omitir información

Cuando la pluralidad, que en teoría debería caracterizar a los medios de comunicación, no se cumple; cuando no se da a conocer la información que generan los diversos actores sociales; cuando la información es parcial y tendenciosa, entonces, decimos, se está faltando a la ética Profesional

Docente de Área
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"No hay país democrático, si no hay una cultura democrática, es decir si su gente no es democrática"