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La diversidad cultural en el mundo
La diversidad cultural se refiere al grado de diversidad y variación tanto a nivel mundial como en ciertas áreas, en las que existe interacción de diferentes culturas coexistentes.
En poco más de diez años el mundo ha cambiado considerablemente. No sólo sufrió una profunda transformación que lo condujo en el plano internacional de las realidades bipolares hacia una realidad más diversificada que se busca hoy entre multilateralismo y unilateralismo, sino que además ha sido objeto de una transformación tecnológica que ha acercado a las culturas del mundo, gracias a un progreso inédito de las tecnologías de la comunicación, y las ha puesto en contacto unas con otras. Estas dos transformaciones, la del poder y la de la comunicación, han tenido consecuencias importantes y contradictorias en la evolución en curso y en la relación de las culturas entre sí.
La diversidad cultural y las amenazas que la acechan
La transformación del poder a escala mundial nos ha enfrentado de pronto a la polisemia del mundo. El espacio mundializado ha dado lugar a la mayor visibilidad de las culturas. El progreso de las tecnologías de la comuni cación también desempeñó en ello un papel importante. Hizo que la proximidad de las culturas se volviera palpable y que su coexistencia fuera pensable. Jamás como en la mundialización se han tejido esas relaciones múltiples que nacen entre las culturas cuando toman unas de otras sus rasgos distintivos, cuando éstas se mezclan y se mestizan tomando entre sí sus rasgos específicos para integrarlos cada una de ellas en su espacio social y simbólico propio. Este intercambio a escala mundial indica una aculturación, una asimilación por parte de cada cultura de una porción del alma y la materialidad de las culturas otras.
Sin embargo, en el momento en que surge la diversidad y el pluralismo culturales, la cultura, cada cultura, se expone a grandes peligros. No tanto el peligro de ver su unidad en riesgo de quebrarse o su homogeneidad ceder ante el aporte de culturas alógenas. Más bien el peligro de verse amenazada en su centralidad y en su exclusividad como dispensadora de sentido y valores. El riesgo es entonces quedar desenclavado en su propio espacio simbólico, excluido de su propio mundo, vuelto sin embargo a tal punto extraño para sí que el universo cultural de cada individuo se transforma en un mundo de extrañeza y alienación. Tales eran, hasta no hace mucho tiempo, las angustias y los miedos de los pueblos del Tercer Mundo en la época de la colonización cuando comunidades enteras dejaban de reconocerse en su cultura de origen y comenzaban a sospechar que un poder exterior les quería imponer su propia cultura. Surgían oposiciones y resistencias que nutrían rebeliones contra la opresión, incluida en sus formas culturales. Felizmente hemos superado todo aquello. La época en que los pueblos intentaban imponer por la fuerza a otros sus normas y valores ha quedado en el pasado. En los albores de esta nueva época, podríamos decir que hay peligros acechando la diversidad cultural.
Diversidad cultural y hegemonía
Un primer peligro es que la diversidad cultural se torne en ventaja de una «supercultura», una cultura de culturas, que se impondría desde arriba a todas las culturas, cubriéndolas y volviéndose de algún modo el idioma común de la mundialidad.
En esta nueva configuración, la «supercultura» permitiría incluso el pasaje de una cultura a otra. Sería el médium obligado entre las culturas. Sería, en suma, la lengua en la cual todas las lenguas del mundo podrían encontrar su equivalente, traducirse y comprenderse. Desde luego, el riesgo no reside en el pluralismo de las lenguas y culturas, sino en una especialización rígida que asignaría, en definitiva, a una lengua o a una cultura funciones que no se les otorgaría a las demás
Diversidad cultural y globalización
Uno de los aspectos que hoy distingue esencialmente a la diversidad cultural es que se da en un contexto de globalización cada vez mayor. Vivimos un momento en que el mundo se integra y se diversifica simultáneamente: al tiempo que se dan procesos homogenizadores (en creencias, prácticas conductuales, etc.), se constata también una mayor conciencia y sensibilidad hacia el pluralismo. Se lucha por reafirmar una identidad propia a partir de tradiciones autóctonas (reencontradas y/o inventadas) en que basar y legitimar el sentimiento de diferencia respecto a otros exogrupos. En general, el avance de la globalización ha contribuido al progreso humano a pesar de la polémica instaurada sobre los posibles efectos negativos en áreas como la economía, el medio ambiente, etc. Sin embargo, el debate es tanto o más encendido cuando nos referimos a los efectos de este fenómeno sobre la cultura y la identidad, ya que en el mismo están implicados no sólo políticos o profesionales, sino la ciudadanía en general.