Si es cierto que el mundo global reclama una cultura de tolerancia, aún lo es más que urge de una educación cuyo eje transversal fundamental sea la cultura de paz y la convivencia democrática. El
nuevo currículo, como respuesta a la Gran Consulta realizada por el Minedu a las organizaciones sociales, ha incorporado este eje transversal.
Hay personas en nuestro medio que abogan por destituir la cultura de paz y la convivencia democrática como formas de resolver conflictos,
poniendo toda su confianza en que la razón de la fuerza subyugue a la fuerza de la razón, y no viceversa.
Por este camino sólo nos queda sumarnos a la ley del más fuerte, al de más poder, más medios, más capacidad de manipulación y de
engaño. La convivencia democrática, para estas personas, consiste en que los demás se sumen, a la fuerza, a su visión de la democracia centrada en sus propios intereses, no en los de la
mayoría. Por tanto, actúan venciendo pero no convenciendo.
En este sentido, la educación formal y no formal poco terreno han ganado hasta ahora. Los partidos políticos tampoco educan a sus miembros en esta temática. De la capacidad que el país tenga para
gestionar sus diferencias desde una perspectiva de unidad en la diversidad, dependerá que el Perú logre avanzar en su lucha contra la pobreza y la construcción del desarrollo humano. Lo contrario
significará negarnos como país, fracturarnos en pedazos.
La formación en convivencia democrática, fraterna y justa, y en cultura de paz, supone desarrollar aprendizajes de nuevo tipo en el núcleo educativo, por lo que es necesario:
Crear instancias de reflexión crítica sobre sí mismo y con los demás, donde los alumnos se hacen responsables de sí mismos y de su interdependencia social.
Desarrollar aprendizajes en diálogo con los demás, dentro de una red de relaciones y de un contexto de significaciones que los educadores proporcionan.
Involucrar aprendizajes que comprendan razonamiento ético, emociones y acción, desarrollando competencias que integren las dimensiones cognitiva, ética y procedimental.
Logrando aprendizajes socializadores y promotores de la individuación del sujeto. Afianzar el “aprender a ser” y el “aprender a tolerar y convivir” del Informe Delors de Unesco.
Lograr el desarrollo socioafectivo en la escuela, pues en tanto el alumno logre satisfacer esta necesidad, podrá también hacerlo en la vida cotidiana con menos ansiedad y precariedad. Lo que
hasta ahora es visto por separado (lo cognitivo de lo afectivo), es preciso verlo como interdependiente, en un solo proceso dinámico.